No puedo!

 Una,dos, tres, cuatro…No puedo, por más que intento contar las gotas de lluvia que caen sobre el cristal, no puedo.
En mi rincón, sentada en el suelo, lloro. Rodeada de la cortina blanca de seda, miro a través de la puerta de cristal, intentando encontrar en las diminutas gotas que caen en las hojas de las flore de la terraza, algo de tranquilidad, pero no puedo. El sonido de la lluvia salpicando contra el suelo, s un dulce sonido tranquilizador que me reconforta. Me encojo. Hace frio. Me arrimo a la puerta de cristal, albergando alguna esperanza de que me de calor, pero no puede. Lloro. Las lagrimas recorren mi rostro, como lo hacen las gotas de lluvia en el cristal, solo que mis gotas de lluvia paran en mis labios, acabando en mi boca. Comienza a llover con fuerza. Me siento peor. Mis lágrimas empiezan a correr espantadas por mis mejillas.

-Hola.
-¿Quién es?
-Soy el dolor.

Empieza a tronar. Un grito ahogado suena en mi interior, acompañado de un ardor que me abrasa. Necesito chillar. No puedo. Tan solo me sale susurros, palabras sin sentido, frases de dolor. Palabras de odio. De nuevo, lloro.
Se va la tempestad, deja de tornar, mi corazón deja de chillar. Vuelve la calma, llueve despacio, pero sin pausa. Dejo de llorar. Miro por la ventana, un rayo de sol se asoma entre miles de nubes grises. Me siento bien, pero no del todo. Aun no le perdono, aunque sí quiero, pero no puedo. El suelo de la terraza está encharcado. Tengo frio. Me encojo. En estos momentos ya no lo tengo para que me abrace y me de calor…como lo hacía antes. Ya no es así. Cierro los ojos. M e concentro. No puedo. Con tan solo bajar mis parpados, ya lo tengo delante, como un reflejo. Abro los ojos. Llueve de nuevo. Lo hace tanto fuera como dentro. Mis ojos se inundan.

-Hola.
-¿Quien es?
-Soy la tristeza.
Una, dos, tres, cuatro…No puedo, por más que intento contar las gotas de lluvia que caen sobre el cristal, no puedo.

Sale el sol.





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